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lunes, 16 de mayo de 2011

Ruta alforjera a los Pirineos más ilustres: una aproximación interminable


Esta semana tengo de lunes a jueves, cuatro dias completos, para dedicarlos a mi afición favorita. Hay muchos planes pero, cuando ya solamente me queda decidir entre 2 de ellos, va y se me estropea el coche. Como no lo tendré reparado hasta el lunes a última hora, tengo que olvidar todo lo que había planeado y ponerme a pensar en algo saliendo montado en bici desde casa.

No me cuesta mucho decidir: tengo los Pirineos bastante a tiro, así que allí me iré.

Además, la primera etapa, será una repetición de la primera ruta alforjera que hice, allá por la primera mitad de la década de los 90, cuando yo tenía veintipocos añitos. En aquel entonces, con unas pesadísimas y voluminosas alforjas y un calor de julio infernal, me fuí de Suria a Vielha para luego el segundo dia acercarme al Tourmalet. Hoy, con muchos más años, más experiencia y menos peso y bulto, repetiré esa etapa saliendo de algo más lejos, de Manresa, pero por lo demás será idéntica. Va a ser un pequeño homenaje a mi mismo, jeje.

Salgo cuando la noche deja de ser cerrada, y no tardo en pasar por Suria. Esta es la tierra que me da de comer.



Luego paso por Cardona, donde el castillo (Parador Nacional) me observa, pensando "este donde irá...".



Llegando a Solsona, observo la zona montañosa del Berguedá-Solsonés. Hoy no me adentraré en ella.



Pasado Solsona, las rampas más duras de la Collada de Clará, primera de las 3 dificultades del dia. Coronado con frescura, aunque sufriendo desde el primer kilómetro el viento del norte que hoy no me va a dar tregua.



Bajando Clará, veo el cinturón de niebla que rodea las montañas.



Pasando como una exhalación por Castellar de la Ribera, buscando el valle de la Ribera Salada.



Acabo el descenso, voy llaneando un rato y llego a Oliana. La fábrica de electrodomésticos Taurus da trabajo a buena parte de este pueblo.



Estoy acercándome al Congost dels Esplovins, en cuanto pase ese puente sobre el rio Segre.



Me despido de la amplitud del valle y me voy a adentrar en zonas angostas.



Luego iré bordeando el Pantano de Oliana durante bastantes kilómetros.



Perfecta carretera, que de seguirla me llevaría directamente a Andorra.



A base de túneles y viaductos eliminaron hace pocos años todas las curvas, acortando mucho el trayecto y ganando en seguridad.



El Pantano es muy largo, la carretera nunca se aparta de él.



Llego a la cola del Pantano de Oliana y dejo atrás el pueblecito de Coll de Nargó.



La Serra de Tost va quedando a mi derecha, una vez el valle se ha abierto tras el Congost de Tresponts.



El paso por El Pla de Sant Tirs me avisa que el puerto del Cantó va a empezar de inmediato.



Los primeros kilómetros son los más duros, y no tardo en tener buenas vistas del valle del Segre y del Pla de Sant Tirs.



Amplias curvas para ir ganando altura.



Cuando giramos la ladera, dejamos de ver el valle del Segre y el paisaje ya es de montaña total.



En el Mirador del Coll del Roc Picó vemos la carretera por la que hemos subido, bastante rectilinea.



Pero aun quedan varios kilómetros, aunque eso sí, la dureza al final disminuye mucho.



En la cima del Cantó.



Ahora vienen más de 20 kms de bajada, para disfrutarlos.



Hay que bajar hasta el fondo del valle que se intuye allí delante.



Paso por Vilamur en un descenso rapidísimo gracias a la buena carretera.



La bajada se complica con alguna curva de herradura.



En este puente, sobre la Noguera Pallaresa, llego a Sort.



Saliendo de Sort, dirección Llavorsí, el viento me ayuda, ojalá que dure hasta el final!



Pero a partir de Llavorsí, inexplicablemente pues sigo en el mismo sentido, el aire se vuelve de nuevo en contra y con más fuerza.



Largas rectas con el aire frenándome. No he tenido suerte con el viento, de 4 etapas tres han sido con fuerte viento de cara.



Llego al precioso Pantano de la Torrassa, nombre que proviene de la antigua y gran torre de vigilancia que existía en aquellos lugares.



La carretera bordea el pantano y da un toque de frescor a esta tarde tan calurosa.



Final del pantano y se acerca el inicio de la subida fuerte del dia, el Port de la Bonaigua.



La primera parte de la subida se hizo nueva hace muy poco tiempo, para evitar el paso por Esterri d'Aneu. Le quitaron kilómetros al puerto pero le añadieron mucha dureza en su inicio.



Ahora, esta nueva carretera, es un excelente mirador de Esterri d'Aneu.



En muy pocos kilómetros dejamos muy abajo el valle de la Noguera Pallaresa a costa de una buena sudada.



Ahora la carretera es ancha y con unas curvas muy amplias. Antes tenía más encanto...



Se termina el tramo nuevo y encaro la alta montaña, con un viento que va a hacer que esta subida sea, para mi, interminable.



Entro en la zona de herraduras y arriba veo el Refugio de la Mare de Deu de les Ares, situado a algo más de 5 kms de la cima.



La zona es tremendamente visual.



Las herraduras se suceden una tras otra, entrelazadas.



Parece que se me va a echar encima la Agulla de les Ares, ese pico que está en pleno parque de Aiguestortes.



El parque de Aiguestortes y lo que se lo tuvieron que currar los ingenieros para diseñar esta carretera.



Cuanto más alto, más hermoso.



Ahora sí, estoy llegando a la cima de La Bonaigua. Larguísimo se me ha hecho por culpa del viento!



Desde arriba, a más de 2.000 metros, aun puedo ver algo de nieve.



El Refugio del Cap del Port y los Estanyets del Cap del Port (laguitos, para entendernos).



Ahora descenderé por la cara norte. Como es previsible, el viento aun sopla más fuerte aquí, tanto que a ratos tengo que bajar con el plato pequeño.



Una imagen impresionante de la Val de Ruda con todos los picos de más de 2.500 metros al fondo.



Descenso revirado al principio pero, con estas vistas, mejor ir despacio.



Luego se terminan las curvas y en linea recta me lanzo hacia Baqueira.



Tras pasar un tramo en obras cerca de Salardú y tener que bregar contra el viento en la parte más suave del descenso, llego a Vielha y directo voy al hotel. Dejo mi escaso equipaje en la cama donde no voy a dormir y me apresuro en darme una buena ducha.



Este es el hotel Hipic. Por 22€ paso la noche, en habitación con baño y televisión. Siempre que subo a Vielha me alojo aquí, es antiguo pero cómodo.



Bien duchado y vestido de paisano (entiéndase pantalón de chandal y la camiseta térmica que uso para ir en bici) me voy a hacer turismo por Vielha y, de paso, a cenar. El rio Garona, nace en España pero se lleva nuestras aguas a Francia. Será cabrón!



Rincones de Vielha, una preciosa población.



Siempre que vengo voy a cenar aquí, al bar de un antiguo amigo. Amigo de mi época prematrimonial, cuando cada fin de semana me venía aquí de fiesta a conocer francesitas y, como no, productos de la tierra ;-)



Y mi amigo me trata bién. Cuando le digo que esta vez he subido en bici desde Manresa pone cara de susto y se lo cuenta a otros clientes. Pero yo, a lo mio... ñam ñam!!!



Termino de cenar y tengo un paseito hasta llegar al hotel. Llego que el sol todavía da en las montañas.



Pero por mucho sol que aun haga, yo me voy a dormir, a eso de las 9 de la tarde.

Estoy cansado, claro, pero me quita el sueño la etapa de mañana. La etapa soñada, aunque no sé si llamarle sueño o pesadilla. Cómo se me habrá ocurrido diseñar una etapa así... Pero ya no hay marcha atrás, tengo reservado albergue y tendré que llegar. Además, en Francia se cena muy temprano, así que, además de llegar, tendrá que ser pronto!

Con esos pensamientos, adelanto un buen rato el despertador y apago la luz, intentando no pensar en lo de mañana...


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