Buscar este blog

martes, 17 de mayo de 2011

Ruta alforjera a los Pirineos más ilustres: la etapa soñada


El despertador suena bien pronto, pues quiero empezar a pedalear no mucho más tarde de las 5 de la mañana. Tal como me despierto, desayuno unas galletas de chocolate y un brick de zumo que me compré la tarde anterior en un schleker de Vielha, para salir ya bien cargadito. Me visto de ciclista, lleno la maletita y bajo a buscar la bici al cuarto donde la dejé cerrada la tarde anterior.

Por delante, un etapón. Etapón con 7 puertos de montaña, 6 de ellos de los ilustres, míticos, puertos Tour de toda la vida. El otro, el Col de Borderes, un caprichito. Capricho que maldito el dia que se me ocurrió incluirlo, pues en él es donde más sufrí, y posiblemente por hacerlo me mojé en el Aubisque.

Salgo de Vielha de noche y tengo algo más de 15 kms en descenso siguiendo el rio Garona, hasta Bossost. Llego a Bossost aun de noche, pero no tanto. La larguísima etapa de ayer se deja notar y la noche no ha sido suficiente para "limpiar" bien las piernas. Hoy tocará sufrir!

Los primeros kilómetros del Portillón los hago con muy poca luz, y no es hasta llegar cerca del final cuando puedo empezar a sacar fotos aceptables.



La última vez que subí, toda la parte final era un bosque de árboles enormes y bastante tupido. Ahora han hecho una tala muy importante dejando grandes claros.



Corono el Portillón, el primero de los 7 magnificos de hoy.


Desde la cima del Portillón veo como el sol ilumina lo más alto de la estación de Superbagneres, una estación donde hoy no subiré pues la etapa será completamente en linea.




En pleno descenso me topo con la Cascade Sidonie. No será la única que veré hoy.



Finalizo el descenso en Bagneres de Luchon, aquí tenemos los edificios que albergan las termas.



Un homenaje a los caidos por la patria de esta localidad pirenaica.



Sin tiempo de reacción, empieza el Peyresourde. Pasa por varios pequeños pueblos, como este de St-Aventin.




La carretera se estrecha para pasar entre las casas.



Tras pasar los pueblos entramos en una zona muy abierta. En la ladera de enfrente podemos ver el pueblo de Portet-de-Luchon.



Pero volvamos a mirar hacia delante. Ya veo lo que es la cima del puerto.



La "zeta" final se presenta ante mi majestuosa.



Curvas de herradura en el kilómetro final.



Por aquí he subido. Este puerto fué el segundo que más me costó, después del Col de Borderes.



Negociando la herradura y encarando la recta final.



Y corono con bastante esfuerzo este Col de Peyresourde.



Ahora vendrá un descenso por buena carretera. Estos puertos míticos no tienen el asfalto rugoso típico de Francia, lo tienen mejor.



Estupendas vistas desde lo alto del Peyresourde.



El Lac de Genós. Aun no hace calor como para que apetezca darse un chapuzón, jeje.



En Borderes-Louron hago una primera parada para comprar cocacolas. Ya son 2 puertos que llevo encima y es hora de unas galletitas y un par de latas de cocacola.



Luego bajo hasta Arreau, fin del descenso del Peyresourde e inicio del Aspin.



Paso el puente sobre La Neste y, igual que sucedió anteriormente, sin nada de llano empezaré a subir el Col d'Aspin.



Los primeros kilómetros son fáciles, y siempre tengo a la vista la cima del puerto, en todo momento la voy viendo.



No tardo en elevarme y ver el pueblo de Arreau con un telón de fondo magnífico.



Preciosa subida esta del Aspin.



Me voy elevando sobre el valle de La Neste y, con esta mañana radiante, las fotos han de quedar bien por fuerza.




Los últimos kilómetros son los más duros, siempre rondando entre el 8% y el 9%.



Pero detenerse a contemplar esto, mitiga el cansancio.



Desde la cima del Aspin.



Las vacas del Aspin forman parte del paisaje. Imposible imaginarse esta cima sin ellas.



Ahora viene otra rápida bajada para ir a buscar al rey, al Tourmalet!



Precioso....¿no? Yo es que disfruto con esto!



Los llanos de Payolle marcan el final de la bajada rápida. Aunque sigue bajando, ya no será tan pronunciado.



En Ste-Marie-de-Campan termina el descenso y enlaza con el inicio del Tourmalet. En esa fuente paro para quitarme la ropa de abrigo y meterla al zurrón, quedándome de corto. También para cambiar los cristales de las gafas, quito los de "noche" y ya pongo los de sol. Bebo varias veces, lleno el bidón, cambio la pila del mp3 que se gastó hace un rato y, tras unos 10 minutillos de parada, me pongo en marcha.



Los primeros kilómetros del Tourmalet van entre casas, dispersas. La pendiente es poco constante, hay algún descenso, casi llano y alguna rampa dura intercalada.



Tras pasar las últimas construcciones ya empieza lo serio.



La Cascade d'Arizes, enorme, salpica agua pulverizada y refresca al esforzado deportista.



Ya no habrá tregua hasta el final, todo será duro.



Antes de llegar a la zona de las galerías, tengo esta visión de lo subido, del valle del Adour.



Empiezan las galerías o paravalanches como dicen los franceses.



El Pic du Midi, de 2.876 metros, me mira como advirtiéndome "no sabes donde te metes, chaval".



Faltan 6 kms para la cima y este próximo kilómetro ya tiene el 10% de media. Caramba con el Tourmalet, que duro que es!



Pero más duro soy yo, y estas terribles cuestas atravesando La Mongie no me detienen.



Tras La Mongie, descubrimos por qué el Tourmalet es el rey de los Pirineos.



Picos que rondan los 2.500 metros de altitud.



Increible subida la del Tourmalet.



Estos bichos son de verdad... o son ya alucinaciones de las alturas?



Muy abajo queda la estación de La Mongie, es una subida interminable.



La única nieve que hay a tocar de la carretera es en esta curva, ya dentro del último kilómetro.




En la cima, todavía no está puesta la estatua de Octave Lapize. La ponen en junio y la quitan al final del verano. Como vemos, no soy el único alforjero por la zona!



Descenderé por la cara oeste. Pero ahora, prefiero callar, las imágenes dicen más que cualquier palabra.







Veo el Pic du Midi por detrás. Ahora ya no me mira tan desafiante, sinó con algo de admiración, jejeje. Modesto que es uno...



El descenso hasta Luz-St-Sauveur es largo como un dia sin pan.



Pasando por Bareges, aun queda un buen tramo de descenso hasta llegar a Luz.



Buena carretera, se puede correr mucho aunque con la maletita en el manillar y el zurrón en la espalda no arriesgo ni la mitad.



Tras dejar atrás Luz, sigue mi descenso hasta Pierrefitte por la Gave de Gavarnie.



Llego a Pierrefitte, aquí su ayuntamiento.



Igual que siempre, no hay tregua ni descanso. Empiezan unas duras rampas del inicio del Col des Borderes.



El valle aquí sí que es plano, lástima que yo esté encaramándome y no pueda rodar un poco, para relajar.



En Arcizans-Avant paro a coger más agua. En el fondo de los valles el calor aprieta que da gusto y en el Tourmalet he sudado de lo lindo.



El pantano de Arcizans, con el castillo presidiéndolo en lo alto de la colina.



Subiendo Borderes veo aparecer unos nubarrones muy feos. Pero como aun no me sitúo, no sé si están en mi dirección o no, pues son muy localizados. Espero evitarlos!




Llego a Estaing, tras un pequeño descanso. A partir de aquí, viene lo más duro de Borderes y que se me atragantó cosa mala.




Los nubarrones cada vez más cerca y más grandes, ya me empiezo a temer lo peor.



Corono Borderes, este puerto sí que por mala carretera, tanto para subir como para bajar.



Una bella imagen antes de lanzarme al descenso botoso y bacheado de este Col des Borderes.



Deberé descender hasta Arrens-Marsous, donde cojeré la carretera que sube al Soulor.



Como el Soulour esté por ahí, lo llevo claro... no, lo llevo oscuro!



Ya estoy subiendo al Soulour. Por detrás el cielo tiene buen color...



... pero maldita mi suerte que si miro adelante la cosa está muy fea.



Hacia atrás, bueno....



... delante, malo. Ahora sí que lo tengo claro, voy a pillar!



Llego a la cima del Soulour y empieza a chispear. El suelo está seco, osea que acaba de empezar ahora la lluvia. Si hubiera corrido un poquiiiito más!



La carretera colgando en mitad del Circo de Litour es un espectáculo puro y duro.



Aunque una vez metido en ella, no hay sensación de vértigo. Viéndola de lejos sí.



Túneles en piedra viva, sin ningún tipo de iluminación y goteando por todas partes.



Impresionante, majestuoso, grande...



Esta es la tercera vertiente del Soulour, la de Arbeost.



Las nubes no acaban de decidirse si me dan lluvia o se queda en llovizna. Yo, por esa causa, sigo sin decidirme a parar a ponerme el chubasquero. Mientras tanto, me dejo impresionar.



Cima del Aubisque. Las nubes me quieren devorar, suerte que empieza la bajada.



Veo la lluvia caer justo donde debo ir, aunque un poco más allá vuelve a estar despejado. Me ha tocao!



Llegando a ese hotel de color blanco, se rompió el cielo y empezó a caer agua a base de bien. Estaba cerrado, que mala pata, y debajo del tejadillo, como puedo, me pongo el chubasquero y tapo la maleta con una bolsa del mercadona.



Prosigo mi descenso, ya bajo un buen chaparrón. Gourette queda a media bajada.



Y finalmente, un poco antes de las 7 de la tarde, llego a Laruns, punto final de la etapa de hoy y donde he reservado cama en un albergue.



Llego al albergue, que es un poco cutre. Abajo está el comedor, muy aceptable, pero arriba las habitaciones un poco "antiguas". Pero, por 25€ cena y cama, que más voy a pedir!

Estoy solo en una habitación de 6 literas, pero en una habitación de al lado tengo un grupo de moteros y en la del otro lado un grupo de ciclistas suizos, y las paredes son papel de fumar.

Hay 3 duchas y, como bien dice la ley de Murphy, voy a ducharme cuando también van los moteros y los ciclistas, así que ala, a esperar delante de la ducha con la funda de la almohada atada a la cintura (no hay toallas en el albergue).

Bien limpito, bajo a cenar a las 19.30, una cena muy aceptable. La jefa me explica que aquel grupito que hay sentado fuera en la terraza también son ciclistas, cosa que yo ya sabía pues había hablado un poco con uno de ellos mientras hacíamos cola para ducharnos. Me dice que hoy han subido el Portalet y mañana subirán el Aubisque, y me pregunta de donde vengo yo. Cuando se lo cuento, casi se le cae el puchero al suelo. Corre a llamar a su marido y a explicárselo y al poco rato ya me siento observado por todos.

Termino mi cena, pago el albergue y me dejan una llave para poder salir bien temprano, llave que una vez me haya ido depositaré en un buzón.

Como preveo que habrá ruidos, unos tapones en los oidos y a roncar!

Mañana, me espera otro etapón, con puertos que irán de más a menos y donde la verdadera protagonista será el agua. Pero no la que cae del cielo, sinó la que ya está en la tierra... y la que no.



.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Contador de visitas