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miércoles, 28 de marzo de 2012

Tour del País Cátaro: Carcassonne, Lastours, Saissac y el Pic de Nore



He pasado una buena noche en Lavalette, un pequeño pueblo cercano a Carcassonne. A primera hora, para poder ir sin prisas, me pongo en marcha, dispuesto a visitar la Cité de Carcassonne. En apenas 20 minutos, y antes de ver salir el sol, llego a las murallas.

Estoy en la Cité de Carcassonne. Rodeada por una doble muralla de 3 km de longitud, en su interior se conserva el aspecto de las ciudades medievales europeas con calles angostas y tortuosas, edificaciones de fachadas con entramados, barrios de artesanos y gremistas, junto con elementos propios, como el castillo de los condes de Carcasona y la basílica de Saint-Nazaire.


En 1208, el papa Inocencio III, ante el aumento y extensión del catarismo, decreta la Cruzada albigense. El conde de Tolosa y el vizconde de Carcasona son acusados de herejía y sus territorios se convierten en el objetivo principal del ataque por parte de los barones venidos de Francia. El 1 de agosto de 1209, la ciudad es asediada por los cruzados. El vizconde, Raymond Roger Trencavel, se entrega a ellos el 15 de agosto a cambio de la vida de sus habitantes. Se destruyen los burgos de los alrededores de la ciudad.


El carácter defensivo de la Cité a lo largo de su historia ha influenciado la complejidad de su arquitectura, donde se refleja notablemente el arte militar. Su sistema de defensa es excepcional debido a sus dimensiones y constituye la mayor fortaleza de Europa por su complejidad y la calidad en su conservación.

La protección exterior de la ciudad la aseguran dos recintos amurallados concéntricos, separados por una liza, con 52 torres, que suman en total 3 km de murallas. Por la parte alta de las murallas transcurre un camino de ronda, protegido por almenas y merlones y reforzado por cadalsos.


Entro en la Cité por la Porte Narbonaise, una de las 2 entradas que hay. La otra es la Porte d'Aude.


Aquí podemos ver la segunda muralla.


El Castillo Condal.





En el interior de las murallas, empieza a filtrarse el sol, mientras los bares y chiringuitos permanecen cerrados.


Me acerco a la Basílica de Saint-Nazaire, del siglo XI y construida en piedra arenisca.





Me paseo por las estrechas y empedradas callejuelas, solitarias a esta temprana hora.


Según una tradición, el topónimo Carcasona deriva del nombre de una princesa sarracena protagonista de una anécdota cuya historia, elevada al rango de leyenda, remonta a los tiempos de la ocupación musulmana y del emperador Carlomagno a principios del siglo VIII.
Tras ser ocupada por las fuerzas musulmanas que acababan de conquistar el reino visigodo de Hispania y sus posesiones de Septimania, la plaza fuerte de Carcaso se dispuso a afrontar un asedio emprendido por el ejército de Carlomagno que se extendió durante cinco años. Al frente de los caballeros que defendían la ciudad se encontraba la dama Carcas, pues su esposo había resultado muerto. Al debutar el sexto año del sitio, las provisiones de alimentos y agua comenzaron a escasear y Carcas ordenó entonces realizar un inventario de los recursos todavía disponibles. La población le presentó como únicos víveres un cerdo y un saco de trigo, pero a pesar de ello la dama Carcas ideó una estratagema, ordenando que se cebara el animal con todo el trigo contenido en el saco y a continuación, que se lanzara al pie de las murallas desde la torre más alta de la fortificación.

La reacción de Carlomagno y sus tropas ante el espectáculo del animal lleno de trigo que acababa de ser desperdiciado fue la de interpretar que los habitantes disponían de víveres en abundancia por lo que cayendo en el engaño y considerando inútil el ataque, dispusieron retirarse poniendo fin al asedio. A la vista del ejército imperial en retirada, Carcas ordenó que se hicieran sonar todas las campanas de la ciudad y fue en ese momento que uno de los hombres de Carlomagno exclamó:

"¡Carcas sona!"


Me alejo de la Cité. La visita, sin duda, ha merecido la pena.


Voy a la parte moderna de la ciudad, cruzando el Aude. Enfrente veo el puente viejo.


Tras salir de la ciudad, me encuentro el Canal du Midi, una vía navegable de Francia que une el río Garona en Toulouse con el Mar Mediterráneo.


Una preciosidad, y se me antoja ideal para tranquilos paseos por el camino que sigue su orilla.


El Canal du Midi recorre 241 kilómetros entre Marseillan (en Hérault) y Toulouse.

Fue considerado por sus contemporáneos como la mayor obra del siglo XVII

Su profundidad media es de 2m y presenta un ancho medio de 20m en la superficie y 11m en el fondo

Su punto más alto con 189 metros sobre el nivel del mar se registra al paso de la cima de Seuil de Naurouze (comarca del Lauragais). Donde cruza la divisoria de aguas entre las cuencas atlántica y mediterránea

Actualmente hay alrededor de 60.000 árboles plantados en las orillas del canal.En su conjunto comprende 328 accidentes, a repartir entre 63 esclusas, 126 puentes, 7 puentes sobre canal y 6 presas.


Actualmente el Canal du Midi se utiliza para el turismo, el ocio e incluso como vivienda. El Estado Francés es el propietario. El canal registra la quinta parte del turismo fluvial francés (por encima incluso que el Sena). Una esclusa como la de Fonsénares puede ser cruzada por del orden de 10.000 barcos al año.

Entre las actividades ligadas al canal se encuentran:

- el flujo de barcos entre el océano Atlántico y el mar Mediterráneo

- el turismo fluvial sobre barcos de alquiler o barcos-restaurante

- el remo (en zonas urbanas)

- el cicloturismo, patinaje sobre ruedas o el senderismo en sus orillas

- en las zonas urbanas numerosas gabarras han sido reconvertidas en viviendas familiares, salas de espectáculos, comercios, lugares de exposición, etc.


Tras tantos "descubrimientos" en estos inicios de etapa, toca encaminarse hacia la principal y única dificultad del dia: el Pic de Nore. Me encaro hacia el norte y estaré mucho rato en esa dirección.


Pasando por Villegly, me salgo un instante de la ruta para visitar su castillo.


Pero sin demora, vuelvo a la carretera, ganando altitud de forma lenta pero progresiva.


A partir de Caunes-Minervois, las rectas desaparecen bruscamente y la carretera serpentea remontando el rio Argent Double.


Pasamos junto un molino, en una zona donde abundan las grutas.


Por el estrecho valle del Argent-Double llegaré a Citou.


La casa del final del pueblo se estrecha casi hasta lo imposible.


Una gozada pedalear por este valle donde ningún vehículo he de encontrar.


La pendiente cada vez se hace más fuerte, como aquí, pasando por Lespinassiere. Está en la vertiente sur de la Montagne Noire, montaña que culmina en el Pic de Nore, mi objetivo.


Poco después de Lespinassiere, me desvío por una de esas carreteritas tan típicamente francesas que me llevará a coronar un escollo antes del Pic de Nore: el Col de la Croix de Sous.


Rampas muy duras en este puerto, casi siempre por encima del 10% y con tramos muy por encima de ese porcentaje.








Coronando este corto pero durísimo puerto, ya de pleno en la Montagne Noire.


En el descenso, disfruto de algunos torrentes, cosa que me hace venir bastante sed. Habrá que buscar alguna fuente a la mayor brevedad. Estos torrentes son los que abastecen el Canal du Midi, antes comentado.


Unos bosques estupendos me acompañan en esta parte de la ruta.


Empezamos a encontrar pequeñísimos nucleos habitados.


En Castans, encuentro la fuente que hace rato que busco. Aprovecho para llenar bien el bidón, pues acto seguido voy a hincarle el diente al bocadillo que llevo.





Terreno tranquilo buscando Pradelles-Cabardes, donde iniciaré el último tramo de ascenso al Pic de Nore.





Llego a Pradelles-Cabardes y entro en una carretera más ancha, la vertiente sur del Pic de Nore.


Al fondo, lejano pero claramente perceptible, veo mi objetivo: la torre que hay en la cima del Pic de Nore.


Aprovecho estos kilómetros de pendiente no excesiva para ir comiéndome el bocata, así me entretengo.


Poco a poco voy viendo más cerca la torre, que es alta, muy alta: 102 metros.





Corono el Pic de Nore, punto más alto de la Montagne Noire, en el suroeste del Macizo Central francés.


La torre de comunicaciones, de 102 metros de altura.


Esta Montagne Noire separa 4 departamentos: Aude, Herault, Tarn y Haute-Garonne.





Toca descender de nuevo por la cara sur, y poco a poco alejarme de esta Montagne Noire, en busca de terrenos menos abruptos.


Camino de Lastours, el dia acompaña y la larga bajada siguiendo el curso del Rieutort me ofrece momentos muy agradables.








Tras esta relajante bajada, llego a Lastours, con sus 4 castillos cátaros: Cabaret, Tour Regine, Surdespine y Querthineux. Los cuatro castillos conforman un conjunto común único, aunque carecen de estructuras comunes. El contexto natural del lugar permitió ahorrar los gastos de una fortaleza de gran tamaño.


Ahora la tendencia volverá a ser ascendente hasta Saissac, aunque no podemos hablar de puerto propiamente dicho, pues hay muchas bajadas intercaladas.


Paso por Salsigne, donde encontramos la última mina de oro que funcionó en Francia, cerrada en 2.004.


Como casi siempre, carreteras muy tranquilas camino de Saissac.


En Villardonnel, me llama la atención el edificio de correos.


Continuamos descubriendo Francia...


Brousses-et-Villaret.


Acercándome a Saissac, fuertes contrastes de verdes y azules. Estoy en una zona algo elevada sobre el valle por donde transcurre el Canal du Midi.


Al fin, culmino este ascenso en Saissac, construido en un balcón natural sobre la llanura del Aude.


El Castillo cátaro de Saissac, a diferencia de lo que suele ser habitual, no se halla en lo alto del pueblo, si no en la parte inferior meridional, al borde de un barranco, el Vernassonne. La posición no es casual, en este emplazamiento guardaba y defendía todo intento de incursión a la Montagne Noire.





Continúo mi viaje hacia el oeste, hacia Saint-Papoul, para ver su abadía.


Tremendo verde ácido en estos enormes campos.


El ganado campa a sus anchas, comida no les va a faltar.


Llego a Saint-Papoul y busco la abadía benedictina del siglo VIII, y que toma el nombre de quien fué el primer obispo de Toulousse.





A partir de ahí, solamente me queda buscar el camino más tranquilo hasta el final de etapa. Éste que tengo por delante lo parece.


Pasando por Ferrals...


... Villespy...


... y llegando a Carlipa.


Un quiebro en el trazado natural hacia meta para ir a visitar la Abadía de Villelongue. Vuelve la subida!


La Abadía cisterciense de Villelongue. Su máximo esplendor fue a principios del siglo XIII gracias al jefe militar de la cruzada albigense, Simón de Montfort, que recompensó a los monjes de Villelongue por su posición firme contra los cátaros, otorgándoles numerosas tierras y el pueblo de Saint-Martin-le-Vieil. Las plagas de peste asolaron el lugar en el siglo XIV, con la consecuente mortandad, provocando el inicio del declive de la abadía.


Nuevamente, voy a buscar el camino más directo hacia la meta, una vez visitados todos los sitios históricos que llevaba en mente.





Las carreteras cada vez son más estrechitas.


De nuevo encuentro el Canal du Midi.


Por terreno muy llano, me acerco al area de influencia de Carcassonne.


Enormes bodegas en esta zona!


Entro en Arzens, por donde pasa el Camino de Santiago.





Y muy bien de tiempo, encaro el tramo hasta Lavalette, final de etapa.


Un poco de turismo por Lavalette, que es muy pronto y, si no, me voy a aburrir.





Es hora de largarse de aquí. Me cambio, me seco el sudor y me pongo en camino. El viaje hasta el punto de inicio de la última etapa del Tour no es muy largo, y llegaré de dia a Puivert, por lo que decido cenar una vez haya llegado.

En Puivert, busco un buen sitio para pasar la noche, y aparco en la plaza del pueblo, delante de la iglesia y al lado del ayuntamiento. Doy un vistazo y decido que dormiré aquí mismo.

La puerta del ayuntamiento está abierta de par en par y dentro veo un montón de niñas, chicas y maduritas que están en una clase de baile, al son de estridentes canciones actuales. Tenía pensado ir a prepararme la cena al borde del lago, pero viendo lo que veo, creo que me voy a quedar a cenar aquí mismo. Así, me voy zampando mis espaguettis con chorizo mientras observo tanta mujer, tanta malla y tanto top moviéndose sensualmente... llevo demasiados dias solo, esto no es bueno.

Termina la clase de baile antes que yo la cena, y van saliendo todas y me observan con curiosidad. Pensarán, que hace este español aquí con esa cara de muerto de hambre... Bueno, termino la cena, un par de natillas y me acerco a la fuente a lavarme los dientes. Ya empieza a oscurecer, así que me meto dentro del saco, pensando (aunque parezca raro) menos en la etapa de mañana y más en la clase de danza...
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