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miércoles, 9 de mayo de 2012

Gran Fondo en Peña Montañesa y en Sierra y Cañones de Guara




Auténtico etapón, con mayúsculas, el vivido en el dia de hoy. Segundo Gran Fondo en el plazo de una semana, que me ha de dejar el cuerpo a punto para cualquier cosa que venga de ahora en adelante.

Salgo de Barbastro a las 5.30 de la mañana, amparado por la noche. Una tenue luz, amortiguada por la niebla, me acompaña mientras cruzo todo el estrecho del rio Ésera en dirección a Graus.

No es hasta llegar al Embalse de Barasona, cuando las primeras fotos son posibles.


En este embalse nace el Canal de Aragón y Cataluña.


Pasando por Graus, muy tranquilo ya que aun no ha empezado la actividad propia de un dia laborable intersemanal.


Nada más salir de Graus, me desvío por una carreterilla que me adentrará en el Valle de la Fueva. Abajo queda el embalse y la niebla agarrada.


Los primeros rayos de sol de este miércoles me permiten ver con claridad el pueblo de Panillo. Hacia allá que voy!





Panillo, en la divisoria de ls valles del Ésera y el Cinca. Hay cerca un monasterio budista, donde viven familias de Bután y otras europeas convertidas al budismo.


Prosigo mi ascenso al Alto de Troncedo, dejando atrás el valle del Ésera, donde la niebla no acaba de disiparse.





La Ermita de la Virgen de la Collada.


He ganado mucha altura en todo este rato, y por primera vez me asomo al valle del Cinca. También allí la niebla está presente en las zonas más hondas.


Cresteando, es una gozada rodar con absoluta tranquilidad a estas tempranas horas, ahora que el cansancio todavía no hace acto de presencia.





De pronto, aparecen ante mi los Pirineos, la zona del Monte Perdido, completamente nevados.


Llego a Troncedo, situado en altura estratégicamente para defender, en su tiempo, el Condado de Sobrarbe.


Del castillo solamente queda la torre del homenaje, que es mayor que la de otros castillos importantes del Sobrarbe. Por tanto, Troncedo fué importante zona de defensa.





Prosigo con el descenso, siempre hacia el norte, acercándome al Pirineo.





La vista de Formigales, hundido en el valle, me augura un buen tramo de descenso.





Tanto bajé, que vuelvo a entrar en zona de niebla.


Espectacular este "arco iris" que surge de entre la niebla.


Paso por Tierrantona, en un llano de La Fueva.


Jugueteando con la niebla, voy a buscar la carretera general, el Eje Pirenaico.





Pero apenas un par de kilómetros por la nacional y vuelvo a desviarme para ir hacia el norte, en dirección a la Peña Montañesa, por descarnada carretera.


La Peña Montañesa, infranqueable, aparece en mi camino.





Por suerte, la carretera encuentra camino por su falda, y conseguiremos sobrepasar tamaño escollo.


El primer nucleo que me encuentro es Los Molinos, donde aprovecharé para coger agua y deleitarme con la belleza y tranquilidad de la zona.











La carretera serpentea bajo la severa mirada de la Peña Montañesa.











Vamos a encarar el descenso final hacia el rio Cinca.











Tengo ahora claramente a la vista el Cinca, que marcará el final de la bajada.











Laspuña es el último pueblo antes de llegar al Cinca.





Cruzo el Cinca y de nuevo tocará volver a subir. Se terminó lo bueno!


Inicio la subida a Escuain, y la Peña Montañesa no me quita ojo. No se fiará de mis intenciones...


Otra subida tan preciosa como tranquila, que a medida que ganemos altura nos ofrecerá postales más impresionantes.











Próximo objetivo: Puértolas. Ahí arriba está!


El Valle del Cinca y la Peña Montañesa que lo domina.


Llegando a Puértolas.


Ni se me ocurrirá subir por dentro del pueblo...


Tras Puértolas, llego a un cruce. Puedo elegir entre ir a Bestué (el pueblo que se ve al fondo) o ir hacia Escuain. Elegiremos esta segunda opción.


La carretera, ahora sí, se vuelve más salvaje y más deplorable.





Las cascadas bajan con fuerza de estas cumbres que sobrepasan los 2.000 metros de altitud.





Camuflado en la roca, adivino el pueblo de Escuain.


Llego a Escuain, pueblo que ofrece sensación de abandono. Aunque en invierno no vive nadie, en verano si que hay un par de casas con gente, así como los fines de semana. Además, hay una oficina de turismo, ya que de aquí parten rutas de senderismo y barranquismo.





La oficina de turismo, hoy abierta aunque, aparte de la persona que la atiende, no hay absolutamente nadie más en todo el entorno.





Media vuelta, parando en esta fuente a recargar agua.


Las nubes de evolución empiezan a tapar la Peña Montañesa.





En Labuerda, paro en una tienda de comestibles que ya me conozco de sobras, para coger cocacolas y galletas.


Muy cerca de Ainsa, paso por el camping al que cada verano venimos. Ya pronto tocará volver!


Ainsa.


Camino de Boltaña, largas rectas que facilitan que me zampe el paquete entero de galletas príncipe.


Boltaña, capital del Sobrarbe, junto con Ainsa.


Cruzo el rio Ara y me dispongo a enfrentarme al Puerto de Serrablo, muy temido por su fuertes cuestas.





Atrás queda el valle del Ara y la Peña Montañesa, ahora me espera la zona de la Sierra de Guara y los cañones.


La Cascada de la Bañera.


Me esperan muchos kilómetros por el Parque Natural de la Sierra y los Cañones de Guara.


Carretera muy secundaria, no tiene ni numeración y su estado, en ocasiones, no es de lo más deseable.








Pasaré por el Pueyo de Morcat, en la cabecera del Rio Vero, y donde solamente reside una familia... y varios perros! Doy fe de ello, jeje.


Luego pasaré por Las Bellostas, en un terreno que no ofrece ni una triste sombra.





Paules de Sarsa, muy cerca de volver a salir a una carretera algo más civilizada.


Ahora estoy subiendo el Puerto de Eripol, muy cómodo desde aquí.


En Bárcabo, ya pasado el Puerto de Eripol, esta fuente me sirve para lavarme un poco el sudor, beber abundantemente y aprovecho también para quitarme ropa de abrigo y vestirme de verano. La ropa de invierno, al zurrón y a la espalda.


Impresionantes barrancos, cuyas paredes albergan "abrigos", cuevas que fueron ocupadas en la prehistoria, y en las que podemos encontrar pinturas rupestres.


Coronando el Collado de San Caprasio.


Descenso muy revirado hasta Colungo.








En el Puente de las Gargantas confluyen 3 rutas de barranquismo: el Fornocal, las Palomeras del Fornocal y el barranco de las Gargantas. Un grupo de chavales y chavalas franceses están disfrutando de la zona.


En Colungo, vuelvo a llenar de agua. Siempre vale más que sobre que no que falte.


Voy a hacer una visita al pueblo de Alquezar, que puedo ver a lo lejos.


Alquezar, espectacular pueblo que vive del turismo y los deportes de aventura, así como de la observación de aves que viven en los cañones cercanos.


Paso por Adahuesca, camino de Bierge.


En Bierge, inicio la subida a la Sierra de Rufás. Buena carretera, ya que tras la cima del puerta, a unos kilómetros están las localidades de Las Almunias y Rodellar.


En pleno Parque Natural.


Desde la cima, ya veo Las Almunias y, más alejado, El Rodellar. no voy a seguir bajando, pues ya voy tocadísimo y todo lo que quería ver ya está visto.


Por tanto, media vuelta y hacia Bierge nuevamente.


Camino de Abiego, pasaré por el Puente Grande, sobre el rio Isuala.


Rectas que me acercarán con celeridad al final de etapa en Barbastro.


Varios pueblos me encontraré en mi camino a Barbastro. El primero, Abiego.


Luego, Azlor


Finalmente, Azara, antes de desembocar en la carretera nacional.


La nacional, tranquilísima, pues el tráfico va por la autovía paralela.


Y muy cansado, cansadísimo por decirlo de alguna manera, entro en Barbastro a última hora de la tarde.


Una gran, enorme etapa, que pone punto final a una semana de Gran Fondo. A partir de ahora, ya puede venir cualquier cosa.
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