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lunes, 25 de junio de 2012

The Italian Job, epílogo: Le Mont Ventoux


Sault, 9 de la mañana. No hubo madrugón hoy, la etapa será muy corta. Un solo puerto, subir y bajar, pero... vaya puerto! Nada más y nada menos que el Mont Ventoux, el Gigante de Provenza. En esta ocasión, y para variar, lo haré por la vertiente "fácil", la de Sault.

Aquí es donde he pasado la noche, y aquí es donde voy a empezar a pedalear.





Antes de salir de Sault, me asomo al mirador que hay en un parque y tengo estas vastas vistas de la Vaucluse. Emergiendo en el fondo, bajo aquella pequeñísima nube gris, puedo vislumbrar la cumbre del Mont Ventoux.





Empiezo a pedalear! el ascenso es cómodo, y así será hasta el Chalet Reynard. Un factor, pero, impide el cómodo rodar: el viento. Y es que sí, hoy, por fin, voy a subir el Mont Ventoux con fortísimo viento, por primera vez en mi vida.

Un par de imágenes de árboles solitarios que jalonan este tramo inicial de subida.










Los campos de lavanda dan un colorido excepcional a estos inicios.





El cartel del puerto. Por delante, 26 kilómetros al 4.5% de media. Aunque los 6 últimos, a partir del Chalet Reynard, serán los más fuertes con diferencia.





Preciosa subida con ese tono violeta que le ofrecen los campos de lavanda que esporádicamente nos vamos encontrando.





Tras recorrer varios kilómetros en terreno abierto, encuentro abrigo al viento en esta zona de árboles. No son muy altos, pero tapan el viento muy bien.





Esta capilla está justo en frente de un area recreativa.





Sobrepaso ahora los 1.000 metros de altitud y el bosque va a ser una constante hasta la cota 1.400, en el Chalet Reynard.





El viento sopla del este, así que cuando voy hacia el oeste, como ahora, se sube en volandas.





Esta enorme vaguada es el preámbulo del Chalet Reynard.





El Chalet Reynard. Aquí esta vertiente se junta con la que viene de Bedoin, la clásica por decirlo de alguna manera. Quedan 6 kilómetros para coronar, los más duros, y también a partir de aquí el viento va a ser un factor muy a tener en cuenta.





Encarando los 6 kilómetros finales del Mont Ventoux. Es un lunes de junio, pero se ve bastante gente, sobre todo ciclistas.





Cada vez se ve menos verde y entramos en ese paisaje de aspecto "lunar". La naturaleza caliza de la montaña y la fuerte erosión, le han dado este aspecto.





Vemos como domina toda la llanura este gigante.





No deja indiferente a nadie este tramo final de subida. El viento cada vez es más feroz y trae a toda prisa los nubarrones que empiezan a cubrir la cima.















Abajo, la civilización. Aquí arriba, cuatro locos de las cumbres y viento, mucho viento que empieza a hacer peligrar la estabilidad.





El monumento a Tom Simpson, señal que llegamos al último kilómetro.





Un par de fotos pilladas a baja resolución, o sea gratis. Hasta 3 empresas de fotos hay ya en el Ventoux, 3 fotógrafos en diferentes partes de la subida. Se nota que hay negocio! Me quedo con estas 2, que son en las que me veo "mejor", jejeje.










Por vez primera puedo asomarme al norte, y con muchísimas dificultades para mantenerme en vertical puedo obtener esta foto de los Alpes.





Estoy en la última curva, donde el viento ya puede conmigo y no tengo otra opción que bajarme y subir caminando. Imposible mantenerse sobre la bici. Aquí arriba se han dado rachas de 300 km/h, y aunque hoy no creo que pase mucho de los 100 km/h, para mi ya es demasiado.

Aprovecho para hacer esta foto de la vertiente que sube de Malaucene. 





En lo alto del Ventoux. Con ese viento y lo nublado que está, la sensación de frio es muy fuerte. El termómetro marca 14º.





Al palo del cartel no le caben más pegatinas...





Aun puedo ver la llanura, 1.700 metros más abajo.





Se empiezan a montar las paraditas en el poquísimo espacio que hay en la cima. Cualquiera compra aquí un biscuit, te cuesta la torta un pan!





Las nubes se tiran encima e impiden las vistas espectaculares que se pueden gozar desde aquí arriba.





Por tanto, me lanzo al descenso, con precaución en la parte alta por el viento. Llego a Sault  y, desde el mismo mirador, me despido definitivamente de mi amigo el Gigante de Provenza. Sin verlo, pues ahora las nubes lo tapan. Pero sé que está ahi, y que, si nada lo impide, al año que viene volveremos a darnos la mano caballerosamente.





Y aquí termina esta última aventura. Toca volver al trabajo, a la rutina, a la monotonía de las carreteras de siempre. Pero seguro que, en breve, surgirá una nueva idea, algo que visitar, algo que conocer. Y entonces, volveremos a las andadas.

Hasta pronto!




2 comentarios:

  1. Soberbio reportaje que me ha permitido elevar el ánimo después de unos días donde los pavorosos incendios han arruinado los pocos bosques que nos quedan por Valencia. Un desastre!!!
    Por cierto, tenía entendido que la vertiente más dura es la Bedoin.
    Saludos y enhorabuena por la aventura.

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  2. En efecto, la de Bedoin es la más dura. Yo, en esta ocasión, lo subí por la de Sault, que es la más facilita de las 3.
    Muchos ánimos para superar ese desastre, por desgracia la visión del bosque quemado durará demasiado tiempo.

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