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jueves, 26 de julio de 2012

Senderismo a la Peña Montañesa


Después de 5 años de veranear en el Cámping Peña Montañesa, en Ainsa (Huesca), decido que ha llegado el momento de ir a subir la montaña que da nombre al cámping, y que es visible a todas horas desde la zona de acampada.

Es la Peña Montañesa, de 2.291 metros y la cota máxima de la Sierra Ferrera, en la comarca del Sobrarbe. Es la cima más alta de la zona, antes de meternos en el Pîrineo, por lo que las vistas en cualquier dirección desde arriba deben ser interesantes.




Accederé a la montaña por su vertiente sur. Para llegar ahí, conduciré hasta Los Molinos y luego iré dirección al Monasterio de San Victorián, señalado en todos los cruces. Tras pasar Oncins, y a medio kilómetro de llegar al Monasterio, hay una pequeña explanada a mano derecha donde caben unos cuantos coches. Voy temprano, con la primera luz del dia, por lo que soy el primero en llegar y no tengo problemas para aparcar.



Justamente delante de ese pequeño párking encontramos el sendero que deberemos tomar. Hay unos paneles explicativos de la flora y fauna de la zona, y un cartel de madera que indica "Peña Montañesa". Es el primer y último cartel que vamos a encontrar. Ya no habrá ningún tipo de señal más, solamente los hitos de piedras que deberemos ir siguiendo y, en alguna ocasión, nuestro propio sentido de la orientación.



La primera parte de la ascensión va por una sensa bien marcada, sin ningún problema para seguir. La pendiente es fuerte ya desde el inicio, dura para gente no acostumbrada a esto del senderismo, como es mi caso.



Todavía con la penumbra del amanecer, y cuando las sombras predominan, rápidamente gano altura.



La Peña Montañesa se encuentra dentro de la gran unidad geológica de Cotiella. Estos materiales forman parte del gran manto de corrimiento de Gavarnie, unidad que se deslizó hacia el sur unos 43 kilómetros siguiendo el Trias Plástico (sales y yesos).



Todavía en la primera parte de ascensión, zona de bosque y matorral.



El dia va clareando, mientras yo no he durado ni media hora con el polar puesto, ya que aunque la mañana es fresquita, la pendiente es fuerte y se rompe a sudar enseguida.



A partir del límite superior del bosque, se desarrolla un tipo de vegetación compuesta principalmente por dos especies arbustivas: el boj y el erizón. Este tipo de formación tapiza las zonas de montaña rocosas, donde la roca impide el asentamiento de árboles, y desarrolla una importante función de protección. El erizón posee matas espinosas que tienen un porte almohadillado que impide la erosión, y en su interior se desarrolla un microclima que es aprovechado por varias plantas, entre ellas los tulipanes. Eso sí, cuidado con apoyarse sobre el erizón, pues pincha como una cosa mala.



En este punto, rodeado del maldito erizón que no sé yo la de veces que me clavé, unas flechas pintadas en la roca nos indican el camino para ir a la Faja Toro o a la Peña Montañesa.



Cada vez mejores vistas!


Seguimos la subida por esta zona de arbustos y roca. Ahora el sendero ya no es perceptible, y deberemos irnos guiando por los hitos de piedra, si es que no nos hacemos un lio y nos desviamos.



De nuevo, y antes de salvar esa muralla donde en su parte central cae un chorro de agua, aparace el sendero, cosa de agradecer.




Rodeando la muralla hacia la izquierda, siempre en fuerte subida.



Tras un buen rato de subida exigente, alcanzamos por fin la zona de praderas.



Tomaremos un respiro disfrutando de estas vistas, cada vez más amplias.



Pese a estar en zona de praderas, la pendiente no afloja. Eso sí, ahora es mucho más fácil seguir los hitos de piedra, se ven de lejos.






Estamos en la zona de Los Plans, una franja de pastos subalpinos situados entre los 1.500 y los 1.800 metros de altitud, flanqueados por precipicios calizos y gleras de montaña. A estos pastos, muy degradados, suben en verano los ganados de ovejas y cabras de las aldeas próximas, permaneciendo allí tres meses pastando a su aire, sin pastor alguno que las suelte y recoja cada dia. Entre mediados y finales de estío, los prados se mustian, tornándose de color amarillento. Es la señal para bajar el ganado de estas estivas.



Vemos también grandes grupos de aves carroñeras y rapaces.



Tremendos precipicios al lado del sendero, más de 1.000 metros de caida si se nos ocurre dar un traspiés.



La subida se modera mucho al llegar aquí, lo cual nos permite darnos un respiro y, de paso, observar la cima de la Peña Montañesa, ahora bien visible.



Al fondo, el Embalse de Mediano.



Nueva etapa en esta ascensión, la zona kárstica. La Peña Montañesa, por su estructura calcárea o por la disolución de los carbonatos por las aguas de régimen torrencial o de fusión nival, tiene una morfología típicamente kárstica: amplias extensiones de lapiaces, cuevas y simas, paredes verticales... que la asemejan a un gigantesco "queso gruyere". Esto provoca que en las partes altas de la montaña escasee el agua mientras que en la vertiente meridional de la montaña brotan numerosas fuentes. Por esas fuentes afloran aguas frescas de los rios ocultos que circulan por las entrañas de la Peña Montañesa.



Como es fácil adivinar, en esta zona seguir los hitos de piedra pues como que no. Yo y mi mal sentido de la orientación no tardamos en perdernos y me voy mucho más a la derecha del camino a seguir.



Aquí estoy, con excelentes vistas de la Peña Montañesa pero totalmente fuera de sitio. Debo retroceder y buscar el camino mucho más hacia el norte.



Observamos la gran verticalidad de este tramo, donde a ratos casi casi hubo que escalar en vez de trepar. Y lo peor es que no sirvió de nada, pues ahora debo retroceder, grrrr.



Ahora sí. Llego a un gran hito de piedra y, en la derecha de la foto, se adivina un sendero que en breve descenso se dirije a esas pedreras o tarteras para cruzarlas.



Ahora estoy cruzando una de ellas.



A estas alturas, lo único que podemos ver es el pino negro. Vive desde los 1.600 hasta los 2.300 metros, siendo el árbol de gran porte que crece a mayor altitud en la montaña pirenaica. Puede alcanzar hasta los 15-20 metros y el follaje es muy denso y oscuro. Puede llegar a vivir hasta 600 años.



Continúo por esta zona totalmente rocosa mirando de no equivocar el camino, aunque ahora, al ya estar cerca la cima, es más fácil de orientarse.



No apto para los que tengan vértigo, hay que andar siempre muy seguro y no arriesgar ni un pelo.



La parte final es tremendamente empinada.



Durísima esta zona, se trata aquí de buscar el camino menos vertical posible.



Un patinazo y.... pumba!



Extremando precauciones, pues es muy fácil patinar, más luego bajando que ahora subiendo.



Observamos toda esta enorme glera de montaña salpicada de pinos muertos. Muy espectacular el último tramo de subida.



Por fin, alcanzo la cima después de 3 horas y media de salir (y haber perdido una media hora cuando me confundí). El monolito de piedra que había visto en algunas fotos ya no está, simplemente ésto nos indica que hemos alcanzado la cima.




Enormes vistas cuando miramos hacia el norte. Un mar de montañas y abajo el Valle de Laspuña. La masa calcarea de Castillo Mayor se empequeñece ante la majestuosidad de las Tres Sorores o el Macizo del Monte Perdido.



Y no menos impresionantes si miramos hacia el noreste, con la mole desolada del Cotiella.



Hacia el sur, un conjunto de montañas y sierras menores, bosques, cultivos, rios, embalses y cerrando el horizonte, la extensa Sierra de Guara.



Y aquí estoy yo! Que inconsciente... con una mochila pero sin palos, sin botas, sin gorra.... nunca más voy al monte en estas condiciones, almenos a hacer rutas de este tipo!



Al fondo, y en el centro de la imagen, el Monte Perdido, el macizo calcareo más alto de Europa.



En detalle, la chapa que hay en la cima, con fecha de 1.992.



Llega la hora de descender, cosa muy complicada sin bastones donde apoyarse. Se cargan las piernas muchísimo.



Enfrente vemos el pico de La Tuca, apenas 20 metros más bajito que la Peña Montañesa.



Y ojito al descenso que ahora sí que un patinazo te jode la existencia.


La cima de La Tuca, perfectamente visible delante de nuestras propias narices.



Con suma precaución, voy cruzando las tarteras, mientras de vez en cuando se oyen piedras caer.


El gran hito de piedra que me despistó al subir y donde me lié...


Hay que descansar un poco las piernas y sobre todo las rodillas. Un pequeño alto en el camino para detenerse y disfrutar del paisaje.





Dejamos atrás la zona del lapiaz..



... y también las praderas con sus precipicios.



Entramos en el descenso por la zona de arbustos.



Y concluyo el descenso en unas 3 horas y 20 minutos, podemos decir que tardé lo mismo en subir que en bajar. Como aun es pronto para volver, decido acercarme al Monasterio de San Victorian, por carretera. Antes de llegar, y muy cerca de la explanada donde está el coche aparcado, nos encontramos con esta Ermita del Pilar y un area recreativa con fuente, aunque apenas sale un hilo finísimo de agua.



Detrás queda la Peña Montañesa, que ahora ya ha sido conquistada.


Llego al Monasterio de San Victorián, considerado por los expertos como el más antiguo de España.


La puerta de acceso al patio está abierta, así que me meto a curiosear. Sale una chica, la guia, que me comenta que el acceso al interior del monasterio es previo pago, en 2 visitas guiadas que hay cada dia, a las 11 y a las 13 del mediodía. Por tanto, me conformo con las vistas exteriores.


Finalmente, creo que ya es hora de volver al cámping a comer y a darse un bañito en la piscina, que me lo he ganado.

Mañana, más!

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